Bozales: ¿tan malos como los pintan?

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Que nuestro perro use o tenga que usar un bozal a veces parece ser un motivo de vergüenza y miradas juzgadoras. ¿Por qué llevará ese perro bozal? ¿Será agresivo? ¿No lo tendrá bien educado? Podemos pensar que la gente piensa eso de nosotros cuando nos ven o incluso se apartan cuando pasamos a su lado, y puede que lo piensen. Pero este tipo de comentarios no deberían afectarnos, ya que el bozal es una herramienta muy útil. Tanto en el adiestramiento como en la rutina diaria.

Ya sea que tu perro usa bozal porque se pone nervioso con otros perros o personas, por una ley, para no comer cosas del suelo o para viajar en transporte, es importante positivizarlo para que lo vea como un accesorio más del paseo. Como un collar o un arnés.

Bajo mi punto de vista todo perro debería saber llevar bozal por las dudas. Pero hay unos pequeños que tienen que llevarlo sí o sí por una ley, que son los perros PPP (Perros Potencialmente Peligrosos). Hoy no vamos a entrar en si es o una ley absurda o no (aunque son libres si quieren comentarlo), sino de hacer que nuestro pequeño lo lleve con dignidad y sin problemas.

Hay muchas técnicas para enseñar a llevar el bozal aunque en la que os explico a continuación podéis es la que menos intrusiva me parece, haciendo que sea el propio perro el que vea el bozal como un juego y meta él mismo el hocico dentro. En mi cuenta de Instagram tenéis también vídeos demostrativos.

Reglas básicas para usar el bozal

Algunas reglas básicas para el uso del bozal son:

1. No se lo pongas directamente sin haberlo trabajado.

2. No se lo pongas justo en momentos en los que esté experimentando una emoción negativa. Por ejemplo: ansiedad, distrés o miedo. Hay que ponerlo cuando esté tranquilo y relajado.

3. Supervisar siempre a nuestro perro mientras lleve el bozal puesto.

Obviamente hay excepciones, tal y como dice Grisha Stewart. Para los puntos 1 y 2 si hay una situación de emergencia como que por ejemplo hayan atacado a nuestro perro y deba llevar bozal para no morder al veterinario, pesa más en este momento curarle que el estrés.

Pero si este no es el caso y de repente le ponemos el bozal cuando hace falta (normalmente en la consulta veterinaria o en un transporte), lo va a percibir como algo mucho más incómodo de lo normal. Le estamos poniendo algo que no conoce en la cara, algo que es molesto. Y encima se lo ponemos y ocurren cosas desagradables. Al final lo asociará a esto y será mucho más complicado enseñarle que es un accesorio más.

Una vez sabemos esto, es importante conocer los tipos de bozales para elegir el adecuado. Hay varios, la verdad, pero los dos principales que te será más fácil encontrar son los de rejilla o cesta y los de tela.

Tipos de bozal

Rejilla o cesta

Son la mejor opción. Permiten al perro jadear, aspecto muy importante para la regulación de su temperatura. También beber y en algunos casos comer. A mí el que más me gusta es el de la marca Baskerville, aunque puede ser complicado encontrar tallas para perros pequeños en tiendas físicas. Al permitir el jadeo pueden llevarse con normalidad durante todo el paseo e incluso jugar con otros perros.

De tela

El típico de Nylon. Es el que le compré a Kala para viajar en transporte por Praga, ya que en el momento en que lo adquirí no había de cesta de su tamaño. No permiten jadear (ya que impiden que el perro abra la boca) por lo que son peligrosos sobre todo en verano y tras hacer ejercicio. Su uso debería verse limitado a cortos períodos de tiempo como una visita en el veterinario o algunas paradas en metro.

Positivizar el bozal

En mi caso he positivizado el bozal para poder viajar en transporte ya que en Praga los perros pueden subir a bus, metro y tram. Los pasos que he seguido han sido los siguientes:

1. “Presentarle” el bozal dejando que lo huela y lo inspeccione.

2. Incorporar el bozal en los puzzles mentales y juegos de olfato diarios.

3. Esconder ambas manos en la espalda, en una el bozal y en otra un premio. Sacar la mano del bozal y cuando lo mire usar un marcador (como el clicker o decir “muy bien”) y darle el premio. Volver a esconder ambas manos y repetir hasta que cuando saquemos la mano del bozal el perro mire el bozal esperando ya el premio.

4. Sujetar el bozal sin las cintas de ajuste en la mano y cuando lo mire marcamos pero esta vez metemos el premio dentro del bozal. En cuanto lo coja se lo sacamos del morro. Repetimos varias veces. En mi caso incorporé la palabra “bozal” cuando metía el morro.

5. Esta vez sostenemos el bozal en nuestra mano sin decir nada y premiamos que se acerque al bozal él solo. Basta con que acerque la cabeza muy poco en plan: “Venga, va”. Repetimos hasta que veamos que se acerca casi siempre.

6. Ahora subimos dificultad y esperamos a que meta la nariz en el bozal. En mi caso le di una pequeña ayudita y puse al otro lado del bozal el premio, no dentro, sino por fuera. Cuando metía un poco el morro le decía “Bozal”, después clickaba y le daba el premio. Repetimos hasta que meta la nariz casi siempre.

7. Hay que ir aumentando el tiempo con el morro dentro. Iremos premiando que mantenga el morro dentro. Esto se hace poco a poco. Empezamos con 1 segundo y vamos subiendo. Por ejemplo: trabajar solo con el morro 1 segundo dentro hasta que sea capaz de mantenerlo 1 seg casi siempre. Solo ahí subimos a 2 segundos y hacemos lo mismo. Yo le decía “bozal”, ella metía el morro y cuando lo mantenía obtenía su premio dentro del bozal.

8. Le digo “bozal” y cuando mete el morro pongo las cintas con mi mano atrás de su cabeza pero sin abrocharlas. En este punto aunque ya aguantase con el bozal puesto un buen rato, hay que reducir el tiempo porque estamos añadiendo un elemento más. Lo sujeto 2 segundos, marco y premio.

9. Una vez que ya aguanta también un tiempo con el bozal puesto y las cintas detrás, pasaremos a abrocharlas. Volvemos a reducir el tiempo un poco. Marco que aguante y premio.

10. En este punto empecé a dejarle el bozal puesto mientras hacía lluvia de premios, al terminar la lluvia de premios le decía que se sentase o que hiciera un giro, la premiaba y después le sacaba el bozal.

11. Cuando parezca que ya no tiene problema en llevar el bozal, tenemos que practicar lo mismo en distintos momentos. En la calle, en el parque, en el centro comercial, dentro del bus. Bajando niveles de dificultad cuando añadimos elementos nuevos.

A pesar de haberlo positivizado hay momentos en que si Kala lleva el bozal puesto durante 20 minutos puede intentar quitárselo. Quizá es porque justo ha visto a un perro o porque ha olido algo en el suelo y el bozal le molestó. En ese momento le digo que se siente, la premio, camino unos metros, le quito el bozal y espero un poco para volver a ponérselo diciéndole “bozal” y a continuación premiándola otra vez.

Incorporar el bozal en los entrenos es una buena forma de añadirle más valor positivo.

CONSEJO: De vez en cuando también hago ‘bozahelado‘ por supuesto de la querídisima Grisha Stewart, que consiste en poner papel de plata en la parte exterior del bozal, rellenarlo de comida húmeda y congelarlo. Después se lo damos (sin el papel de plata) y tiene entretenimiento para un ratito con el bozal alrededor del morro.

Por último, si todavía no has educado a tu perro para que lleve bozal, no esperes más, ¡nunca sabrás cuándo puede hacerte falta utilizarlo! Todos los perros deberían saber llevar bozal como si nada.

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