Todos queremos que la relación de nuestros hijos de dos patas con nuestros hijos de cuatro patas sea perfecta. Para ello tenemos que empezar a trabajar con nuestro perro mucho antes que la llegada del bebé.
¿Cómo?
1. Ajustar los horarios del perro desde antes de que llegue el bebé para que no tenga que ajustarse al nuevo horario de golpe.
2. Dejemos los juegos que excitan demasiado al perro para los momentos de exterior (fuera de casa). Así evitamos que el perro salte encima nuestro o de los muebles sin importar si está el bebé por medio.
3. Varias semanas antes de que llegue el bebé vayamos prestando menos atención al perro. Cuando llegue le volvemos a dar atención. Queremos que reciba más atención cuando llegue el bebé y no al revés.
4. Acostumbrar al perro a llantos y gritos de bebés poniéndole audios mientras realiza juegos de olfato o alguna otra actividad tranquila. Nosotros tenemos que comportarnos con alegría y naturalidad. Que relacione el lloro con cosas positivas.
5. Familiarizar al perro con pañales, juguetes de niños y cosas del bebé en general.
6. Le tendremos que dar juguetes que no se parezcan a los del niño y enseñarle que no debe tocar los juguetes del bebé. Para esto, podemos jugar a darle a elegir. Le ofrecemos ambos, si elige el suyo le premiamos y jugamos con él. Si elige el otro hay varias opciones. Cerrar la mano si el juguete es pequeño (Ej.: un chupete) para impedirle cogerlo o apartarlo sin decirle nada y volver a darle a elegir.
Si elige el juguete o cosa del bebé ignoramos = aburrimiento. En cambio si elige el suyo premiamos y jugamos = diversión.
Eventualmente elegirá siempre sus juguetes ya que los otros son aburridos. Es importante no dejar que coja las cosas del bebé si seguimos este entrenamiento ya que podría jugar a “ven y quítamelo”, y esa es una conducta muy reforzante y divertida para la mayoría de perros.
7. Socialicemos al perro con niños lo máximo posible sin estresarle de más y nunca permitamos que durante esta socialización un niño le haga daño. Si el perro se quiere alejar le dejamos y observamos por qué lo ha hecho. ¿Estaba cansado? Si es así está bien. Si es por incomodidad debemos desensibilizar más la situación. Hagamos que sea divertido animándole con caricias y premios. Comportémonos con naturalidad y alegría cuando haya niños.
8. Acostumbremos al perro a las caricias del niño. Para ello le acariciamos en la cabeza y le damos un premio. Cuando soporte esto “sin problemas” le acariciamos un poco más fuerte y le damos dos premios. Golpecito y más premios. Golpecitos algo más fuertes y le hacemos lluvia de premios delante suyo. Le tocamos la oreja y premio. Le tiramos de la oreja con suavidad y más premios. Le tiramos un poco más fuerte, premios. Hacemos lo mismo con patas y cola.
Es importantísimo que los pasos que acabo de escribir se hagan de forma progresiva, muy poco a poco y en días distintos. No se puede pasar en cuestión de 5 minutos de acariciar la cabeza a tirar de la cola con fuerza. Recomiendo sesiones de máximo 10 minutos.
Tenemos que intentar que le guste o que al menos tolere esa manera en la que seguramente le tratarán los niños. Acostumbrarle también a los abrazos, a la ropa y a las manipulaciones si no lo está ya. Esto último también es importante si algún día se pierde y alguien tiene que cogerlo o en la consulta veterinaria.
Sobra decir que tenemos que intentar a su vez educar al niño para que no haga estas cosas pero a veces es inevitable que ocurra con el hijo del vecino o algún niño de la calle, por lo que mejor acostumbrar al perro cuanto antes.
Para saber cómo enseñarle a un niño a relacionarse con un perro pásate por este post:
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