Recientemente tuve en casa durante una semana a un Saluki macho, también conocido como galgo persa. Los que ya me lean desde hace tiempo o hayan seguido mi Instagram saben que Kala es insegura con otros perros, especialmente con los grandes.
Sin embargo, tras un arduo trabajo por mi parte, ha avanzado muchísimo. Y surgió la posibilidad de tener a este perro en casa con nosotras mientras su tutor se iba de viaje de negocios. Previamente, sin embargo, pregunté por el carácter del perro, su comportamiento, si tenía protección de recursos, si era invasivo con otros perros, si estaba bien quedándose solo en casa.
¿Por qué? Porque no me interesa que Kala tenga experiencias negativas que borren el trabajo que llevo con ella. Como ya sabéis, una sola experiencia negativa pesa mucho más para un perro (cuestiones de supervivencia) que diez experiencias positivas.
Durante el tiempo que el otro perro estuvo en casa, tuve varias consideraciones para evitar que hubiera conflictos entre los dos perros, y que creo que deberían tenerse en cuenta a la hora de que dos o más perros convivan, aunque en este post voy a hablar solo de dos para evitar confusiones en la lectura.
1. El saludo.
Ya lo sabéis, el saludo es muy importante. Cómo se conozcan dos perros no es determinante al 100% en su relación, pero sí que facilitará muchísimo las cosas si reducimos la tensión que pueda haber durante el saludo. No voy a entrar super en detalle en este tema ya que os hablo del saludo en los perros en este post.
Pero aquí tenéis algunas formas de hacer el primer contacto entre ambos más relajado.
- Zona neutral. Evitemos, en la medida de lo posible, que ambos se conozcan en el territorio del otro perro. Esto es, en la casa de uno o de otro. Ver entrar a un perro que no conoce por la puerta de su casa, ya va a añadir mal rollito en la primera impresión. ¿Quién es este? ¿Qué hace entrando en mi casa como si tal cosa? El saludo debería ser en una zona neutral que ninguno considere suya. Esto también dependerá del perro y puede que para irte a una zona neutral debas incluso salir del barrio, pero no es lo usual. La mayoría de las veces con que la presentación sea en la calle o algún parque es suficiente.
- Espacios abiertos. Cuanto más encerrado se sienta un perro o más limitado a la hora de tomar decisiones, más incómodo va a estar en cualquier situación, y eso incluye saludar a un perro. Recomiendo parques o zonas verdes donde además de poder alejarse si quieren, tienen otros estímulos a los que atender.
- Sin correas. Si se puede y contamos con un espacio controlado donde los perros puedan ir sueltos, lo prefiero antes de que el saludo sea con correa. Es la forma más natural de saludar y prevenimos que las correas sean un obstáculo en un buen saludo, sobre todo por nuestro mal manejo. No obstante, si no tenemos control sobre alguno de los perros o nos sentimos más seguros si van atados, lo mejor es que lleven correas largas que puedan ir sueltas en el suelo.
- Evitar malestar. Con esto quiero decir que dejaremos que se acerquen y se alejen cuando quieran, que no forzaremos el saludo. Si vamos al parque para que se saluden pero pasan del otro, no les vamos a obligar a que lo hagan. Podemos caminar con ambos sin darle importancia y cuando les apetezca se acercarán entre ellos. Si alguno de los dos está incómodo o tiene miedo, vamos a dejarle que se vaya o apartarlo del otro de manera tranquila para que gestione mejor la situación. Si alguno está demasiado excitado, lo mismo. Por eso lo ideal es que vayamos con otra persona que nos eche una mano en este punto para poder llevárselo a una distancia donde se sienta cómodo.
2. El paseo.
Recomiendo que paseen juntos de forma paralela o uno detrás de otro o como les de la gana. Realmente no importa tanto. Pero sí que deben disfrutar del paseo y darse cuenta que aunque el otro perro esté presente pueden seguir oliendo lo que quieran, pararse cuando quieran, elegir direcciones, correr y jugar en el parque, etcétera.
En mi caso, al ser el otro perro el que vino a casa, la que tomaba las decisiones la mayor parte de las veces era Kala. No quería quitarle poder de decisión solo porque estuviera el otro perro, y ella tenía que darse cuenta de eso para ganar más confianza también en su presencia.
Paseos separados. Cuando los perros van con correa muchas veces es complicado que cada uno tenga su paseo ya que cuando se para uno a oler el otro quiere seguir, o uno camina demasiado rápido y obliga al otro a apurar el ritmo y disfrutar menos del paseo. Por eso si podéis, sacarlos por separado. Necesitan momentos que sean suyos. Tienen a un perro al que no acaban quizá de aceptar viviendo con ellos y esto supone cierto estrés, por lo que es positivo tener momentos de respiro donde puedan volver a la calma y estar a lo suyo. Y este paseo será la hostia: le haremos juegos, paseará y olerá por donde y lo que quiera, podemos entrenar y habrá momentos de calma. Nota: pienso lo mismo incluso de perros que han vivido siempre juntos. Tener paseos o actividades por separado de vez en cuando es enriquecedor para la individualidad del perro.
3. Estimulación mental conjunta.
Que ambos perros hagan juegos de olfato o de estimulación mental tiene muchas ventajas, entre ellas ese aprender a convivir que buscamos. Un perro con miedo o inseguridad, por ejemplo, estará menos pendiente de esas emociones ya que su objetivo será conseguir la comida a través de la nariz, del olfato. También es perfecto para perros nerviosos o sobre-excitados.
El olfateo, y sobre todo el que es para conseguir algo, requiere mucha concentración y que su cerebro funcione en conexión con la información que le llega de la nariz, lo cual cansa, relaja, calma, favorece el aprendizaje y trabaja el autocontrol. Si a esto le añadimos que a su lado tiene al otro perro también trabajando, estará aprendiendo también que estar a su lado no es tan malo como creía y estará recibiendo refuerzos al encontrar la comida mientras el otro perro está junto a él, por lo que tenerle cerca luego será menos costoso o estresante.
NOTA: Si alguno de los perros tiene protección de recursos no hagáis estos ejercicios. El perro puede ponerse más nervioso durante el juego e incluso atacar al otro por intentar quitarle lo que es suyo.
4. Espacios propios.
Sería recomendable que cada uno tuviese su propio rincón en casa donde poder dormir, descansar o esconderse si quiere. Un sitio al que no pueda acceder o al que no se le permita acceder al otro perro. Incluso aunque luego ambos prefieran estar donde estás tú, por ejemplo, contar con este espacio en caso de necesidad les puede venir bien para desconectar en momentos de agobio, estrés, miedo o que simplemente quieran estar solos.
Además del espacio físico donde resguardarse, también es conveniente que si hay roces entre los perros estemos pendientes de interponernos entre ellos o apartar al perro que esté poniendo nervioso al otro. Con roces no me refiero necesariamente a agresiones. Si un perro está invadiendo demasiado el espacio del otro y este le da señales de que no le mola (ojos dilatados, orejas hacia atrás, encogerse, fruncir los belfos, mostrar los dientes y/o gruñir) y el otro sigue, podemos cogerle del collar y apartarle suavemente para darle al perro molesto el espacio que está pidiendo.
Lo mismo puede ocurrir si uno quiere jugar y el otro no, si se tumban demasiado cerca uno del otro, si se acercan cuando el otro está comiendo y, básicamente, en cualquier situación en la que uno ignore las señales del otro de que le deje en paz.
5. No dejarles a solas.
Hasta que no veamos que se entienden entre sí y se respetan totalmente, no recomiendo dejarles a solas en casa. Esto es decisión personal de cada uno, pero mejor prevenir que curar. Dejarles en habitaciones separadas cuando no estamos en casa es una buena idea para evitar conflictos que pudiera haber en nuestra ausencia y también para darles momentos de calma a ambos perros. Si dejamos a nuestro perro en una jaula cuando nos vamos de casa, igualmente es buena idea dejar al otro perro en otra habitación aunque no tenga “acceso” al interior de la jaula. De hecho, puede ser muy frustrante estar encerrado y que te ladren o se acerquen a ti desde fuera cuando no quieres.
Evidentemente, les dejaremos a ambos juguetes, un cuenco de agua fresca y limpia para cada uno y un sitio cómodo donde poder descansar.