Cómo es un paseo agradable
Antes que nada me gustaría partir de la base de que el paseo es algo del perro. Nosotros le acompañamos y podemos disfrutar también (¡faltaría más!), pero los paseos deberían ser suyos, que es quien está encerrado en casa la mayor parte del día.
Una vez sabemos esto, tenemos que hacer del paseo un rato sin tirones, ahogos, prisas y “móvilenmanohastaquehagaspisynosvamos”.
El paseo ideal es aquel en el que el perro puede disfrutar olfateando todo lo que quiera, incluida esa esquina en la que se tira por lo menos 10 minutos. Una vez mi hermano pequeño me dijo que era el Facebook de los perros. Él también tiene derecho a ponerse al día, ¿no crees?
Olfatear relaja muchísimo y les permite comunicarse con el entorno, la nariz es sus ojos y ven el mundo gracias a los olores. De ahí la importancia de nuevos lugares que recorrer de vez en cuando y de los juegos de olfato.
Déjale que decida si ir a la izquierda o a la derecha, si subir esas escaleras o seguir recto. Claro está que no vamos a alejarnos 10 km de casa porque el perro quiera, pero si le sacas siempre por una explanada, pues que decida a qué parte de la explanada ir: si quiere césped o prefiere tierra, si quiere acercarse a un perro o ignorarle.
Los contactos con otros perros y personas pueden ser muy fructíferos, ya que pueden jugar y conocerse, pero ten en cuenta si a tu perro le agradan este tipo de contactos y nunca le fuerces. Si ves que está tenso con la situación (Véase el post: ‘Señales de Calma’), dale su espacio.
Uso de la correa
La correa es la vena que comunica nuestro cuerpo con el cuerpo de nuestro pequeño. Por tanto, una correa tensa y rígida, le comunicará eso.
Aunque nosotros no nos demos cuenta, le transmitimos multitud de sensaciones incluso cerrando con fuerza nuestro puño al otro lado de la correa.
Si cuando se acerca un perro nosotros tensamos correa, ya estamos añadiendo tensión a un encuentro que de por sí ya es tenso.
La correa debe ir siempre LIBRE de tensión, por eso se desaconsejan las correas de 50 cm con las que el perro no puede ni agachar la cabeza para olfatear el suelo. Lo ideal es una correa entre 2 y 3 metros para paseos por la ciudad y más larga cuando le paseamos por áreas amplias si tiene que ir atado.
Si tu perro tira mucho de la correa, compra una correa de 10-12 metros y vete a la montaña, mira si sigue tirando. Si continúa, el problema puede ser comportamental. Pero si ya no tira, quizá no le estabas dando el espacio que necesitaba.
Eso sí, tenemos que usar la cabeza. No podemos ir con una correa de 12 metros por el centro de Madrid, porque la calle no nos pertenece. Si vamos con una correa muy larga por lugares concurridos no solo tenemos cero control sobre el perro en caso de que, por ejemplo, se asuste, sino que podemos causar accidentes, como que alguien se tropiece con la correa de nuestro perro o que el perro cruce una calle con tráfico antes de que nos dé tiempo a recoger correa.
¿Qué correa usar?
El tipo de correa es importante a la hora del paseo. La multi-posición me parece la mejor opción para el día a día.
Como he mencionado antes, desaconsejo una correa corta que lo único que hace es limitar a nuestro perro (hecho contraproducente). Para mí, en una situación como la del centro de Madrid, las correas multi-posición son perfectas. Son correas con anillas a distintas alturas de la cuerda con las que se puede ajustar la longitud de la misma según el contexto.
El principio y el final del paseo son importantes
La salida y la entrada deben ser relajadas. El perro debe estar tranquilo al salir de casa y al volver.
Esto favorecerá mucho su equilibrio mental y mejorará su descanso. Para ello, se pueden hacer juegos de olfato en ambas ocasiones. Por ejemplo, puedes esconder por casa premios y que los busque, y al volver del paseo puedes hacer lo mismo tirando un puñado entre el césped. Aprovecha que con las hojas de otoño el ejercicio es más difícil y el perro tarda más. También se cansará más buscando entre césped largo que corto.
Si nunca has hecho juegos de olfato con tu perro, empieza por ahí y cuando ya tenga cogido “el truco” pasa a la calle. Es muy importante marcar un inicio y un fin en este ejercicio para que el perro no siga buscando cuando ya no hay nada.
Nosotros también debemos relajarnos
Algo importante que no quiero olvidarme de mencionar es que nosotros también tenemos que estar relajados cuando manejamos la correa. No podemos pedirle a nuestro perro que sea un ejemplo de calma si cada vez que vemos a un perro acercarse recogemos la correa dándole vueltas en la mano, tensamos el brazo y apretamos dientes. ¿Te suena?
Todo esto nuestro perro lo nota. Por mucho que le digamos: “venga, bonito, di hola” o “mira, un amiguito” con nuestro mejor tono Zen, no transmitiremos lo mismo con nuestro lenguaje corporal, y esto el perro lo lee perfectamente.
Por tanto, aprendamos nosotros también a relajarnos. Una buena forma de sentirnos con más confianza es entendiendo el lenguaje corporal de nuestro perro y el de otros. Así sabremos cuándo es mejor desviarnos un poco de nuestro camino y evitar situaciones desagradables.
Un paseo agradable se resumiría entonces en cuatro puntos:
Correa sin tensión + olfato + libertad de decisión + contactos sociales
Antes de terminar el post me gustaría recordar que estos consejos son generales, para perros que no tengan conflictos emocionales o comportamentales graves. El manejo de la correa dependerá del contexto y perro en concreto.
¿A tu perro reactivo le puede venir bien una correa larga? Puede. O puede que no. Por tanto, si tu perro tiene muchos problemas a la hora de salir a pasear, te recomiendo que contactes con un buen profesional para que analice tu caso en concreto y te ayude a que el paseo de tu perro contigo sea de lo más agradable.