Con el buen tiempo las espigas empiezan a cobrar protagonismo en cada campo y trozo de terreno yermo, sobre todo en lugares donde llueve menos. Las espigas son un tipo de cereal (por no ponernos técnicos) que contienen semillas en muchas ocasiones comestibles (de aquí podemos sacar el trigo y la avena).
Es muchas veces bonito ver un campo extenso cubierto de estas espigas y observar cómo nuestro perro salta y corretea entre ellas totalmente feliz.
Lo cierto es, que cada minuto que pasa corriendo, caminando o jugando entre espigas, es probable que alguna se le clave ya que se adhieren con facilidad. De hecho, yo me he llevado unas cuantas en los bajos del pantalón muchas veces. La forma de flecha que tienen, con la punta afilada, favorecen esto.
Cómo son
Cuando están inmaduras, antes de que llegue el calor de la primavera y el verano, son de color verde y no representan un peligro porque están tiernas. El problema viene cuando con el calor se secan, se endurecen y se sueltan. Aquí pasan de verdes a un color amarillo.
El motivo de que sean así, es para proteger sus semillas y también para esparcirse por un territorio mayor. Al adherirse a los animales que pasan, estos llevan las semillas a otros lugares.
Por qué son tan peligrosas
Las espigas no “se pegan” al pelaje de nuestros perros como lo hacen las semillas de dientes de león. Si no que es muy fácil que se claven en los tejidos blandos y mucosas: barriga, entre los dedos de las patas, ojos, orejas…
Cuando se clavan, según la zona, pueden ocasionar distintos problemas entre los que se encuentran dermatitis, infecciones, dolor agudo, molestias, introducción de la espiga dentro del cuerpo y, por ende, necesidad de una intervención veterinaria.
Te recomiendo que evites que tu perro camine o corra por encima de espigas. Si alrededor de tu casa las zonas de paseo tienen espigas, pasea al menos por los caminos de tierra pero no a través de ellas.
Si se para a olfatear las espigas, déjale, pero presta atención a si llega a tocarlas y si presenta algún tipo de molestia a continuación. Tras cada paseo revisa sus patas, nariz, ojos y orejas por si tuviera alguna clavada y prevenir que pueda introducirse más.
Debido a la forma de flecha que tienen, una vez que se clavan si no se extraen con cuidado, van introduciéndose más y más dentro del cuerpo, produciendo heridas y pequeñas hemorragias internas además de las bacterias que tiene y que podrían causar una infección.
Cómo nos damos cuenta si tienen una espiga clavada
Como comenté antes, revisando a tu perro tras cada paseo en zona de espigas. No obstante, también hay otras formas de saberlo incluso aunque no veamos de forma aparente que pueda tener una espiga clavada.
» Espiga en las orejas: el perro sacudirá la cabeza como cuando sale del agua para intentar quitarse aquello que le está provocando una molestia. No te alarmes si le ves sacudir la cabeza solo una vez, pero presta atención a si lo hace de forma repetida y revisa el interior y el exterior de sus orejas. Si encuentras una espiga extráela con mucho cuidado con unas pinzas evitando dejar ningún trozo dentro, ya que podría causar infección. Si no te animas, ve a un veterinario a que lo hagan.
» Espiga en los ojos: esto es aún más complicado. Bajo ningún concepto intentes quitársela tú. Una espiga en el ojo causa un gran dolor y molestia, por lo que verás a tu perro muy irritado, le llorarán los ojos e intentará quitársela frotándose con objetos y/o con las patas. Acude al veterinario de inmediato para que tu perro no se lastime de más y que la espiga no le haga más daño. Si no se elimina pronto, el perro podría perder incluso el ojo. A consecuencia de la pérdida de visión puede que también le veas caminar de forma torpe.
» Espiga en las patas: puede estar clavada en las almohadillas, en la pata o entre los dedos de la pata. Fíjate en si tu perro cojea y revisa sus patas a conciencia. A veces la espiga no molesta mucho y el perro no muestra signos evidentes de su presencia (por eso es importante revisarle nosotros). Cuando esto ocurre es bastante peligroso, ya que la espiga entonces puede avanzar hasta desaparecer dentro de la carne. Me han comentado veterinarios y ATV de perros a los que se les había clavado una espiga en la pata y les había subido hasta el codo.
» Espiga en la nariz: el perro se frotará con objetos o con las patas, puede estornudar, moquear y rascarse insistentemente. Si no está muy clavada podemos retirarla nosotros y limpiar la herida.
» Otros sitios: aunque las patas, nariz, orejas y mucosas sean los sitios más frecuentes, las espigas pueden clavarse a lo largo de toda la piel de nuestro perro y es difícil darnos cuenta porque tienen mucho pelo. Por ello, podemos apartarle el pelo en busca de espigas (y de paso nos sirve para buscar parásitos). Vigila también las axilas de tu perro, sus encías y su cola.
En caso de duda sobre la profundidad a la que está hundida la espiga, acude siempre al veterinario.